viernes, 7 de diciembre de 2012

La madrugada...

Son casi las cinco de la mañana del viernes 7 de diciembre de 2012.
Pina, la mamá de Raúl, sigue en el sanatorio.
Ayer llamé cuatro o cinco veces, sin respuesta.  Lo que me hace suponer que se complicó.

Mi tía Lupe se dió un azotón de los que ni uno mismo la cuenta.  Pero se levantó como si nada.
Serían las 10, tal vez la once de la noche.  Vinieron los de AR y la hallaron bien.

La noche, casi entera, ha sido echarle un ojo a cada rato.

Pienso en mi papá, con algún tumor  en la próstata, imaginándome cómo se sentirá.
Pienso en Nata y en Pablito. Pienso en mis nietos.
¿Cómo es que tiene uno nietos más grandes que lo hijos?
Yo soy un desmadre.
Pienso en Santi, en Regina, en Ana, En la Villarrealita, en Victoria y en Andrea.
Ya me ha dicho el padre (el supuesto padre, ¿quien va a tener hijos rubios y pecosos siendo un negro?), uno que,, desde luego, me la pela, sus amenazas.  Es hombre de poquísimo valor, "que me la tiene jurada".   No ha nacido todavía quien me va a matar.  o, si ya nació, seré un anciano para entonces. Es una de las muy pocas cosas de que estoy seguro.  Estos de mi edad, no tienen huevos.

Pienso en mi madre muerta, tendida allí, mientras el estúpido viejo se dedicó a hacer bromas durante tres días.

Y pienso en mí, en la desesperanza y la soledad.  Yo no llegaré ni a lo cincuenta.  Pero eso está bien, porque ya estoy cansado.

Por último, pienso en mis amigos.  

Abraham.

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