lunes, 18 de junio de 2012

El municipio y la educación pública por Rodolfo Esparza Cárdenas

La Ley del Municipio Libre, promulgada el 25 de diciembre de 1914, es el precedente inmediato del Artículo 115 Constitucional. Venustiano Carranza, estaba convencido que en aquel México rural, de escasas comunicaciones, con ciudades pequeñas y dispersas; la autoridad más cercana y sensible a las necesidades de la población eran los Ayuntamientos; consecuentemente, en éstos debiera descansar la organización política, económica y social de la nación. Los legisladores de Querétaro, en la última sesión, los días 29, 30 y 31 de enero de 1917, discutieron bajo la premisa anotada, el tema del municipio libre, describiéndolo como la primera escuela de la democracia, la expresión política de la libertad individual y la base de nuestras instituciones sociales.

En el fondo, la idea de la descentralización y de la capacitación ciudadana en los asuntos de gobierno, mediante la renovación periódica de las autoridades, tal y como corresponde a toda República; por tanto no cupo la reelección inmediata de los presidentes, regidores y síndicos del Ayuntamiento; y sí en cambio, la rectoría en materia educativa, pues bajo nociones positivistas, la educación es la herramienta principal para que el hombre tenga pleno dominio de la naturaleza y de su transformación, tejiendo de esta forma una economía al servicio del hombre. Así, el Ayuntamiento tuvo bajo su responsabilidad abrir escuelas públicas, vigilar las particulares, contratar a los profesores, proporcionar materiales didácticos, y a través de Juntas Educativas, discutir asuntos programáticos que acercaran los problemas de la comunidad al estudio de las aulas. Campeaban las ideas de Rousseau y Comenio, teñidas por el nacionalismo revolucionario y la vanguardia izquierdista mexicana de esos tiempos.
Siendo prioridad de los gobiernos pos-revolucionarios la educación elemental pública, pronto las finanzas municipales se vieron en dificultades para atender la demanda educativa. En los 70´s del siglo pasado, se escucharon las primeras voces, solicitando que el estado y la federación atendieran la educación elemental. Así, al hacerse cargo el estado, de las escuelas municipales, el Ayuntamiento, perdió prácticamente, toda injerencia respecto a las políticas y programas que coadyuvaran a sus intereses particulares; igualmente, la efectiva vinculación educativa, de todos los niveles, con los planes de desarrollo económico y social del municipio; grave situación, porque renunció, de esta manera, a una de sus principales funciones. Sin duda, buena tarea tienen la reciente Dirección de Educación Municipal y la Comisión de Educación, Arte y Cultura.

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